Colombia – 2023

«Que si a Piqué, algún día, le muestras el Tayrona / después no querrá irse pa’ Barcelona»… y no me extraña. El parque Tayrona fue mi lugar favorito en mi primer viaje a Colombia, allá por la prehistoria, ¡en el año 2005!, y no me defraudó 18 años después. 

Mi filosofía de vida con relación a las playas paradisíacas es que te lo tienes que ganar. Dos horas de caminata por la selva de Santa Marta para terminar en las aguas aguamarina del Caribe colombiano… no tiene precio. Bueno, el precio que hay que pagar son las picaduras de mosquitos, zancudos y jejenes, pero merece la pena.

En cuanto a Cartagena de Indias, me quedo con su ciudad colonial; con su fuertes y sus túneles laberínticos; con su parque central con perezosos, monos e iguanas… también con su playas, de fácil acceso, completamente antifilosóficas.  

Por suerte, Medellín ha dejado de ser sinónimo de carteles y de Pablo Escobar. Ahora es más conocida por su amor por la gordura (no me extraña con tanta bandeja paisa) perfectamente expresada en los cuerpos orondos de Fernando Botero. La Comuna 13 es todo un ejemplo de rehabilitación barrial y social. La excursión al peñón de Guatapé no puede faltar en cualquier visita a Antioquia.

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